El doble discurso de Petro frente a Venezuela, silencio cómplice o estrategia calculada

El doble discurso de Petro frente a Venezuela, silencio cómplice o estrategia calculada

Mientras la comunidad internacional eleva la presión sobre Nicolás Maduro, el gobierno de Gustavo Petro en Colombia ha optado por un tono ambiguo y prudente que muchos califican de silencio cómplice. Ante el plazo internacional que enfrenta Maduro para abandonar el poder, y el creciente riesgo de una intervención militar de Estados Unidos, las declaraciones desde Bogotá se han caracterizado por la tibieza y la evasión.

La política exterior de Petro ha priorizado el acercamiento con Caracas bajo el argumento de la “integración latinoamericana” y la “paz total”, pero esta estrategia corre el riesgo de convertir a Colombia en escudo político de una dictadura acorralada. El reciente nombramiento de un nuevo general al frente de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, en medio de acusaciones de corrupción y represión, ha sido ignorado por la Cancillería colombiana, lo que genera sospechas de un respaldo implícito.

Más aún, Maduro ha intentado manipular el concepto de soberanía binacional, sugiriendo que Colombia debería solidarizarse con Venezuela frente a una eventual ofensiva estadounidense. Este discurso busca arrastrar al país a un conflicto que no le pertenece. La omisión de Petro en este punto es grave: No solo pone en riesgo la neutralidad colombiana, sino también la seguridad de la frontera y la estabilidad regional.

La contradicción es evidente, mientras Petro en foros internacionales aboga por el respeto a los derechos humanos y el multilateralismo, en el caso de Venezuela prefiere el silencio selectivo. Esta postura erosiona la credibilidad de Colombia como actor neutral y la acerca peligrosamente a la órbita del chavismo, en un momento en el que Maduro juega sus últimas cartas para sobrevivir políticamente.

La comunidad internacional observa con atención. Una eventual intervención militar de EE.UU. tendría repercusiones inmediatas en Colombia, como flujos migratorios masivos, tensiones en la frontera y la posibilidad de enfrentamientos indirectos. Ante este escenario, la falta de claridad en la postura de Petro solo alimenta la incertidumbre.

El dilema es claro ¿defiende Petro la institucionalidad democrática en América Latina o protege a un régimen que se aferra al poder a costa del sufrimiento de su pueblo? La respuesta, hasta ahora, ha sido una incómoda mezcla de ambigüedad, cálculo político y pragmatismo ideológico.

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